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Entrevistas

Cambiando el color

Con Lucía Muraña, autora de "Yo no soy una chica pink"

“Quise escribir un libro para ayudar a los que pasan por situaciones como la mía”, explica Lucía Muraña, adolescente lesbiana y autora de “Yo no soy una chica pink”.

15.11.2014 18:22

Lectura: 6'

2014-11-15T18:22:00-03:00
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Por Gerardo Carrasco
  gcarrasco@m.uy

"Tengo algo que decirte, y espero que me sigas amando de la misma manera: soy bisexual y en realidad Lucía no es mi amiga, es mi novia". Así decía la esquela que Lucía le dejó a su madre una tarde antes de irse al liceo, en medio de un periodo oscuro en el que mantener oculta su sexualidad tenía a Lucía sumida en una terrible depresión.

"Escribí que era bisexual porque creí que eso podía suavizar un poco la noticia, pero en realidad soy lesbiana", aclara Lucía en diálogo con Montevideo Portal. La joven, quien actualmente tiene 19 años, es la autora de "Yo no soy una chica pink", obra en la que cuenta su hasta ahora breve vida y el modo en que asumió su sexualidad y luchó para ser respetada y aceptada.

Para su fortuna, su madre tomó la carta como una bendición, ya que le permitía saber por qué su hija estaba tan cambiada, deprimida e irascible. Según cuenta Lucía, ambas siempre fueron muy unidas, situación también propiciada por la deserción paterna. Este sinceramiento ante su madre contribuyó a sanar y fortalecer esa unión.

La decisión de escribir un libro llegó como algo natural. "Escribí sobre mi historia porque ya lo había estado haciendo", cuenta Lucía. Esta escritura fue tomando forma lentamente frente a la computadora, como entradas en la red social Ask.fm.

Dicha red nació en 2011 y su principal atractivo consiste en ofrecer a los usuarios la posibilidad de contar historias, formular y responder preguntas, manteniendo el anonimato si así se desea. Allí, la entonces menor de edad se topó con miles de personas de todas las edades, que vivían situaciones similares a la suya.

"Todo el tiempo me estaban preguntando cómo salir adelante, cómo enfrentarse con los padres, contra las personas que discriminaban, y decidí hacer el libro para darles esa ayuda", expresa.
El hecho de compartir parte de su historia en la mencionada red le valió a Lucía una inesperada fama. Antes de alejarse de Ask.fm, llegó a responder más de 60.000 preguntas y dejó incontables pendientes, ya que no había forma humana de encarar semejante tarea.

Más aeropuertos

Por avatares de su vida familiar, Lucía pasó su infancia y niñez entre su Treinta y Tres natal y Estados Unidos. En ese país norteamericano fue que surgió la frase que da nombre al libro. "Mi madre me hacía colitas, me vestía de rosado y me ponía taquitos, y yo no quería usar esa ropa, por eso le decía eso", cuenta Lucía.

Finalmente, ya instalada con su familia materna definitivamente en Uruguay, la llegada de la pubertad trajo cambios y conflictos. Para Lucía, no fue fácil notar y reconocer su homosexualidad. "Fue un proceso. No lo aceptaba y tuve que ir despacio para aceptarme a mí misma, aceptar el hecho de que me gustaba una chica". Así comenzó su noviazgo con Lucía, que tendría consecuencias insospechadas.

Era el año 2012. Lucía, su madre y sus hermanos se habían trasladado a Maldonado, pero su tocaya y novia quedó en Treinta y Tres. Finalmente, la madre de su compañera se enteró de la relación que las unía y estalló en cólera. En pocos días, la madre de Lucía comenzó a recibir mensajes de texto con amenazas, en los que se describía detalladamente el modo en que violarían y matarían a su hija. La situación terminó en tribunales, donde la autora de los mensajes compareció esposada y engrilletada.

A clase

El período liceal de Lucía no fue sencillo. En primera instancia concurrió a un colegio privado religioso, donde las exigencias de indumentaria y la intolerancia le complicaban la vida de manera cotidiana. Esta situación se agravó luego de que los docentes supieron de su sexualidad. "No podía ni saludar a una compañera con un abrazo porque me sancionaban", recuerda.




Luego, el paso a una institución pública mejoró las cosas, pero no todo fue sobre ruedas. Una vez, culminado uno de los recreos, Lucía ingresó a clases de Física comiendo un alfajor. La docente le puso el ojo encima y soltó: "Yo no sé si sos hombre o mujer, pero te vas del salón de clase".

Esta situación generó una denuncia por parte de Lucía y su madre, que culminó con la retractación de la profesora, quien debió ofrecer disculpas a la adolescente.
Pero la discriminación no sólo provenía desde los adultos. Entre la gente de su edad tampoco faltaban quienes la rechazaran, llegando incluso a la violencia física. Una vez más, el apoyo de su madre y la firme convicción de que cada quien debe vivir su sexualidad como la siente le permitieron superarlo.

¡Vos sos Lucía!

Cuando "abrió consultorio" en Ask.fm, Lucía no podía imaginar que se convertiría en una figura mediática. Sin embargo, los hechos se lo dejaron más que claro. "Estábamos con mamá en el Chuy, fuimos a entrar a una tienda y aparecieron unas chicas que nos reconocieron. Empezaron a saludarme a los gritos y abrazarme. Los vigilantes de la tienda no entendían qué pasaba", narra, recordando que estas admiradoras inesperadas "me regalaron remeras y cosas".

El fenómeno fue en aumento, y a través de las redes sociales sus fans se las arreglaban para acompañarla en los más diversos lugares. "Una vez festejamos mi cumpleaños en una chacra en Punta Ballena, lejos de todo". Pese a semejante distancia, "todo el día llegaron ositos de peluche" que sus admiradores y admiradoras le enviaban.

Más recientemente, cuando se le diagnosticó una enfermedad autoinmune crónica, el calor de sus seguidores se hizo sentir. "Salimos con mi madre del consultorio del médico y había como doscientos", cuenta.

Así las cosas, comenzaron a llegarle invitaciones para hacer "presencias" en discotecas y boliches. Siendo menor iba acompañada por su madre, quien vivía con asombro el fanatismo que despertaba su hija.

Lo que el mañana traerá

Actualmente, Lucía lucha contra su enfermedad. Aunque crónica, el correcto tratamiento por parte de especialistas le ha permitido llevar una vida lo más normal posible. La dolencia la debilita en términos generales y afecta especialmente la piel. "Tengo que ponerme protector solar antes de salir a la calle, siempre", lamenta.

Sin embargo, no se arredra ni ante la enfermedad ni ante la discriminación. "Me importa mi familia y las personas que me quieren, y sé que no tengo que darle importancia a los comentarios de las personas que me atacan porque no pueden entender que haya personas diferentes a otras", asegura.

En cuanto a lo que quiere hacer "cuando sea grande", ya tiene decisiones tomadas.

"Estoy estudiando Humanístico y quiero ser psicóloga", dice.

Por Gerardo Carrasco
  gcarrasco@m.uy