Contenido creado por Martín Otheguy
Cultura

Acá, allá y en todas partes

McCartney en Montevideo

Repasamos los momentos más importantes del show de Paul McCartney del pasado sábado de noche en el Centenario, incluyendo videos filmados por el público, una galería fotográfica y la crónica del show.

21.04.2014 00:41

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2014-04-21T00:41:00-03:00
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Los fieles se congregaron temprano el sábado en los alrededores del Centenario para presenciar la esperada "Segunda Venida" de Paul McCartney, el premio revancha para los que se lo perdieron en el 2012 y la oportunidad para otros de revivir lo que en su momento pareció una ocasión única. Cuando la tarde de otoño cayó sobre una desértica ciudad de Montevideo en Semana de Turismo (Montivideo, diría McCartney luego) las calles cercanas al Centenario comenzaron a llenarse de personajes anacrónicos: trajes coloridos del Sgt. Pepper, elaborados bigotes sesentosos, sacos mod con olor a naftalina y una legión variopinta de fanáticos que iba desde la temprana infancia a la vejez más resistente. Cerca de la Tribuna América, tras caer el sol, la llegada de un auto custodiado por personal policial despertó un murmullo de expectativa que se transformó en un suspiro de desilusión cuando los transeúntes comprobaron que no era sir Paul el que se acercaba al estadio sino la intendenta Ana Olivera (nada personal, Ana).

Para completar la lenta procesión que hizo cola desde temprano en el Centenario llegaron en masa los argentinos y brasileños, reconocibles por las banderas, los cánticos y una propensión general a demostrar más las emociones que la audiencia local. Entre todos conformaron un público algo más entusiasta que el que recibió a McCartney en el 2012, quizá a modo de agradecimiento por un regreso que en el 2012 parecía menos probable que sacarse el 5 de Oro dos semanas seguidas.

Y McCartney pagó esa fidelidad ofreciendo un show que al menos en su primera parte fue bastante distinto al del 2012, con mucha más interacción -gracias a sus apuntes en español colocados estratégicamente en el suelo-, un repertorio con canciones jamás tocadas en Sudamérica y una puesta en escena general que permitió que el ex Beatle se divirtiera -o lo pareciera- un poco más. Obviamente, no faltaron los homenajes y alusiones inevitables, perfectamente programadas a lo largo del show: "Here Today", dedicada a John Lennon, el tema "My Valentine" para su esposa Nancy Shevell, la versión de "Something" de George Harrison en el ukelele, la mención a Luis Suárez y hasta los golpes de efecto esperables, como su salida con la bandera de Uruguay y los fuegos de "Live and Let Die" (anoche se tiraron más fuegos artificiales en la Amsterdam que en los últimos 20 partidos de Uruguay).

Sin embargo, hubo mucho más que eso en el segundo show de McCartney en el Centenario, que mejoró con cada salida de libreto y con su rendición enérgica de algunos clásicos de Wings, los Beatles y hasta una breve versión instrumental de Foxy Lady, de Jimi Hendrix. Nunca tantas canciones que significan tanto para tanta gente sonaron en un escenario uruguayo en un período tan corto de tiempo. De ahí las lágrimas que se dejaron ver en varias filas, la comunión grupal de "Hey Jude" -infalible por mucho que se repita- y hasta la resignificación que adquiere "Yesterday" en vivo, aunque uno haya podido escucharla hasta el hartazgo a lo largo de su vida.

Quedó flotando también el entusiasmo evidente que sintió McCartney al hacer cuatro temas de su nuevo disco "New", algunos a la altura de un álbum Beatle, su sentido del humor para manejar al público a través de sus intentos con el idioma español ("Ahora las pibas", se animó a pedir en el coro de "Hey Jude") y un tono general de autenticidad que compensó para algunos la falta de esa experiencia afectiva irrepetible que significa verlo por primera vez, como ocurrió en el 2012.



Para los beatlemaníacos fue además un placer inesperado verlo cantar canciones de la banda compuestas por John Lennon, como la genialidad circense de "Being for the Benefit of Mr. Kite!" o incluso "One After 909". La inclusión de este último tema, compuesto en los primeros tiempos de los Beatles pero inmortalizado recién en su disco final, "Let it be", hay que agradecérsela a un genial e insistente fanático de la primera fila, que martilló la paciencia flemática de McCartney pidiéndolo a los gritos hasta que sir Paul se rindió y decidió tocarlo.



 
El tenaz fan, bailando con la gracia de Enrique el Antiguo e impermeable a cualquier cosa que empañara la felicidad de imponerle su voluntad a McCartney, intentó incluso arrojar su saco Beatle al escenario y tuvo sus 15 inolvidables segundos de fama en la pantalla gigante. "Esto fue sólo para usted", le dijo sir Paul en perfecto español, "¿are you contento?".

Un rato antes, McCartney se había elevado literalmente en el estadio gracias al escenario móvil (los que pagaron "campo" agradecidos) y figuradamente por la magia de haber interpretado "Blackbird" a solas con su guitarra acústica, en la bisagra que marcó el pasaje previo a la recta final y más Beatlera del recital.

El final del concierto fue más previsible, repitiendo en forma casi idéntica las dos salidas para los bises que ya hiciera en el 2012, algo que poco importa si se tiene en cuenta que nadie puede vivir dos veces en la misma forma la calesita emocional que significa "Yesterday", "Helter Skelter" y el enganchado "Golden Slumbers/Carry That Weight/The End". Lo que quedó fue algo inasible y que va más allá de la descripción de un concierto, perceptible en las sonrisas del público y en la emoción que quedó flotando en la noche montevideana. El resto es silencio.

Montevideo Portal/Martín Otheguy


* Por disposición de la producción, solo se permitió sacar fotografías durante los dos primeros temas

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